viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Sigue sin preocuparte tu imagen?


La imagen lo es todo hoy en día, sabemos que es la que determina la manera en la que nos miran los demás y, en gran medida, las probabilidades de éxito que tenemos tanto laboral como profesionalmente.


Ello hace que todos nos hayamos concienciado por tener la mejor apariencia posible, por lucir el mejor aspecto que nos podamos permitir. Acudimos a gimnasios, nos compramos ropa que nos sienta bien y, últimamente, acudimos a las consultas de medicina estética.

Con la llegada de la tecnología digital y el avance de las técnicas de cirugía en general lo cierto es que todas las intervenciones destinadas a la mejora estética de los pacientes han reducido su precio de manera importante, con lo que se han colocado al alcance de gran cantidad de presupuestos.


Unos presupuestos que pueden apostar por corregir alguna arruga de la cara mediante microinyecciones de ácido hialurónico o Bótox, o bien apostar a realizar algún cambio más importante como podría ser una rinoplastia o un aumento de pechos.

El objetivo último de toda intervención de cirugía estética es que el paciente se sienta bien consigo mismo, que gane en seguridad y confianza y que se enfrente a los retos del día a día con la certeza de que es aceptado estéticamente por los demás. Un objetivo que en las clínicas de cirugía y medicina estética tienen bien interiorizado y aplican con cada paciente que acude a recibir sus servicios.

Sin embargo, no hay que sobrevalorar en exceso las mejoras que la cirugía estética puede realizar en nuestro cuerpo, ya que no nos servirán para cambiar radicalmente nuestro aspecto, sino simplemente para mejorar determinados aspectos concretos.

En este sentido, es de vital importancia que los pacientes acudan a las consultas de cirugía y medicina estética como Plastic-Clinic, con expectativas reales, conociendo lo que pueden y no pueden conseguir, para lo que el asesoramiento del cirujano estético es fundamental.

En definitiva, esta es la era de la imagen, la que tenemos de nosotros mismos y la que proyectamos hacia los demás, una imagen que ahora podemos mejorar de manera relativamente sencilla y económica. Lo suficiente como para que nuestras inseguridades queden atrás y volvamos a recuperar esa autoconfianza que nos ayuda a abrir todas las puertas que hasta ahora nos aparecían cerradas.


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